Foto: Jimmy Cruz @jimmy_crch |
Con la violencia, el desempleo, el deseo de formación académica, la falta de recursos para trabajar la tierra, algunos TLC, los atractivos de la gran ciudad, las consecuencias del calentamiento global y muchas otras variables propias de cada territorio, surgen nuevas realidades urbanas y rurales, pues la búsqueda de nuevas oportunidades seduce a las personas a concentrarse en lugares específicos donde esperan una mejor calidad de vida. Así, según la ONU, una megaciudad es un lugar que alberga entre cinco y ocho millones de habitantes, bajo una concentración espacial de 2,000 habitantes por Km2.
En estas megaciudades como Shanghai, Seúl, Tokio, Lima, Ciudad de México, y otras, se concentran recursos que las hacen sitios integradores de diversidad social que potencian la competitividad como factor clave para el desarrollo económico y la globalización y da a las personas herramientas o esperanza pero a su vez imponen grandes retos. En el caso de Colombia, según las proyecciones del DANE, se estimaba que Bogotá en el año 2020 tenía alrededor de 7,7 millones de habitantes, cifra que aunque dista de las más habitadas (por ejemplo, Tokio con 37,4 millones) la ubica en el top de megaciudades del mundo.
Dentro de los retos que enfrentan las megaciudades, y en este caso Bogotá, está la organización urbanística, pues surgen barrios que no siempre cumplen con los requerimientos y que además suelen convertirse en zonas de vulnerabilidad y pobreza, así mismo formación de invasiones, problemas con el transporte masivo, inseguridad, contaminación ambiental y en el largo plazo, incluso perder el “atractivo de la gran ciudad” ya que el caos y la llegada masiva de personas de todas partes del país e incluso de otros países puede acaparar la idea de mejorar las condiciones de vida, pues aunque existe una gran concentración de empresas que generan empleo, junto con los demás beneficios de la megaciudad, es un reto que está responda a las necesidades de una continua llegada de personas.
Sin embargo, especialistas como Robert Muggah, co-fundador del Instituto Igarapé, experto en ciudades y autor de terra incógnita en su entrevista para Moises Naím menciona que estas ciudades ayudaran a resolver problemáticas que los Estados no han asumido totalmente como la desigualdad, economías verdes, crimen y seguridad a través de herramientas como la del “pacto de alcaldes” que toma acciones locales e intercambia experiencias para mitigar el cambio climático . Así las alcaldías, en este caso la de Bogotá, y próximamente las que se desarrollen como megaciudades (por ejemplo, Medellin) podrían solucionar problemas quizá un poco más focalizados, tener mayor descentralización presupuestal e incluso resolver situaciones sencillas sin tener que ser en exceso dependientes del gobierno central, todo esto en pro de hacer más ágil los procesos y eficiente al Estado. Entonces, aunque los retos que implican son grandes, las soluciones que ofrecen también lo son.
Fuentes:
Olcina Cantos, Jorge. (2011). Megaciudades: Espacios de relación, contradicción, conflicto y riesgo. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/176/17622555006.pdf
Forbes (2020) .Recuperado de: https://forbes.co/2020/01/31/actualidad/en-2020-colombia-tendria-503-millones-de-habitantes/
La república(2019). El futuro de las megaciudades. Recuperado de: https://www.larepublica.co/analisis/juan-sebastian-lopez-2936168/el-futuro-de-las-megaciudades-2936159
La república. (2019). Recuperado de: https://www.larepublica.co/opinion/editorial/la-importancia-de-los-alcaldes-y-gobernadores-2925076
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